Crecí en un hogar argentino con padres trabajadores. Soy la mayor de tres hermanos —con todo lo que eso implica—, y de niña, también fui la más fantasiosa. Pasé la infancia creando universos paralelos, inventando amigos y mascotas, viajando en el tiempo y de lugar en lugar. A los ocho años adopté el hábito de apuntar en diarios mis inquietudes, opiniones y sentimientos —y lo mantuve a lo largo de toda mi vida—, y ya con doce comencé a redactar en papel esos cuentos que hasta entonces solo había imaginado.

   Con el tiempo, también me he ido formando a través de cursos, talleres, masterclases y lecturas para mejorar mis habilidades y ser capaz de escribir obras más sólidas.  

   Hoy escribo porque no sabría cómo vivir sin hacerlo —un hecho que se repite con demasiada frecuencia entre mis colegas—, pero además disfruto transmitiendo a otros lo que he aprendido y ayudándolos a pulir sus trabajos.

   Seas lector/a, escritor/a o ambos, agradezco el interés que te ha traído hasta aquí. Un cálido saludo.